En El País de 1 de octubre de 1999 encuentro un artículo de Juan Goytisolo escrito en 1997 sobre Gunter Grass, Premio Nobel del año, con foto de Grass y Salman Rushdie, titulado “Pájaros que ensucian su propio nido”. Recuerdo los tiempos de la progresía en que Goytisolo era aclamado como faro ideológico.
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Dice que Grass, en uno de sus “incisivos ensayos sobre la depauperación intelectual y moral de este final de milenio”, hablaba de la necesidad del escritor de no “amoldarse a la opinión imperante buscando una coartada en las nuevas tecnologías audiovisuales” ni volver la espalda al rigor ético y artístico, medrando satisfecho en los predios de “la todopoderosa industria del entretenimiento”. Hay que distinguir entre el texto literario y el producto editorial, lo que Antonio Saura denomina “el hipo de la moda y la moderna intensidad”, si queremos evitar el extrañamiento y condena de quienes, ajenos a la arrebatiña por el dinero y honores de los “vivos”, se esfuerzan en medirse con los clásicos, desde Cervantes a Alfred Döblin. Son, decía Grass, “enemigos conscientes del arte descafeinado al gusto de las academias, y han sido, desde que existe la literatura, peseguidos por el Estado o por esos inquisidores que siguen, todavía hoy, ejerciendo el papel de papas de la literatura desde su sillón de críticos-estrella”
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Sigue Goytisolo con una crítica al olvido de la Alemania nazi y del régimen de Vichy francés, amnesia que hoy (habla en 1997) “favorece el negacionismo de la extrema derecha”. Olvido que no sólo silencia al nazismo sino a quienes lo denunciaron desde el exilio —los Mann, Döblin, Benjamin, Canetti, Hanna Arendt, Brecht, Nelly Sachs—.
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Desde el desencanto que produce el cambio de los tiempos, echo de menos referentes lúcidos como Goytisolo, aunque sigue sirviendo de guia de lecturas por dar a conocer autores que, silenciados en su día, tienen hoy día otra oportunidad de ser conocidos gracias a Internet y que deberían ocupar nuestras horas de descanso entre el scroll infinito y los netflix igualmente infinitos e inundados de tele basura programada con obsolescencia de, con suerte, una semana.
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Aún no hace mucho, habría conservado este artículo de Goytisolo recortado en una carpeta. Hoy le hago una foto que conservaré y prendo la lumbre con el papel en que está impreso. Aunque no podré enviarlo hasta recuperar la corriente eléctrica que el apagón de hoy 28 de abril nos ha birlado, trasladándonos, directamente, a la prehistoria.
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