La colleita (recogida en galego) es el punto de inflexión de los dos grandes períodos del año: la siembra y maduración después del relajo invernal, y el tiempo de acumulación y conserva para el invierno que viene.
Siempre referida a producto físico, palpable, material. La virtualidad del pensamiento que planifica y prevé necesidades, pertenece al metaverso, inmaterial.
El debate átomo-bit como gran cuestión planteada por la informática, ha permitido altos vuelos de la imaginación humana en su eterno afán de evitar el esfuerzo, pero en la colleita no hay elección: las castañas se recogen hincando el lomo.
El sueño virtual del metaverso, donde podemos vivir sin movernos del sillón, se da de bruces con la energía necesaria para mover átomos, castañas. Una energía que se activa con esfuerzo, tan necesario por otro lado para mantener el equilibrio sano entre mente y cuerpo.
En el repensar que está suponiendo la digitalización de la cultura, igual no nos hemos parado suficiente a diferenciar entre esos dos entornos que están siendo altamente transformados. Y sospecho que el tratamiento de lo físico, lo material, no está siendo convenientemente analizado.
