Sidhhartha

Busco la simplicidad de la fórmula que me permita salir en todo momento de los hoyos en que el día a día, a veces, te embarra.

Quizá es debido al sencillo planteamiento que hace Hermann Hesse al escribir Sidhharta: el niño bien que renuncia a su estatus en busca de la verdad verdadera, y completa todo un periplo vital que le lleva de lo más alto a lo más bajo.


Leí Sidhhartha a los 20. Lo vengo a releer ahora a los 70. Con sorpresa descubro que es la imagen del rio, como epítome de la vida, la que quizá más permanencia mantiene. Lo que me lleva a emparejarlo con Atahualpa Yupanqui:

tú que puedes, vuélvete,
me dijo el río llorando,
los cerros que tanto quieres, me dijo,
allá te están esperando.

Y me llama poderosamente la atención la última frase del libro, que tenía olvidada: su sonrisa recordaba que jamás había amado, que nunca en la vida había tenido algo que considerase valioso y sagrado. (¿no es la característica básica de los psicópatas?) Pero no, Sidhharta no puede ser un psicópata porque esa última frase, que queda muy literaria, no es cierta. Sidhharta sí considera valioso y sagrado todo lo que le motiva, que termina siendo todo el mundo, humano y no humano.


Lo que ocurre es que el desafecto es una de las piezas clave de todo el edificio del yoga en particular y de toda la filosofía oriental en general. El desafecto como fórmula de equidad (o cuando menos tranquilidad). Es innegable, si no te afecta, eres más objetivo. Ahora bien, ¿sirve como norma? ¿hay alguien capaz de desafectarse al completo?

Más teniendo en cuenta que todo el edificio social tiende a apreciar el afecto como mejor fórmula de integración. Si eres afectuoso, caes bien; si no, te expones al despecho. Y a nadie nos gusta ser abandonados.

Hay tres aspectos de la realidad que a mi modo de ver resumen los misterios de la vida humana: el tiempo, los sentimientos y el lenguaje. Los sentimientos (que no dejan de envolver los pensamientos) es el núcleo duro. Alrededor de la pasión y la prudencia de la templanza giran todas las tragedias.

Claro que los caminos de la desafección siempre servirán de lenitivo, solo que no podemos caer en el desafecto extremo que nos acercaría a la psicopatía.


En cualquier caso Sidhharta me ha vuelto a parecer una gran obra en su simplicidad.

Se puede encontrar en https://ia803400.us.archive.org/3/items/biblioteca-pdf-en-espanol/Siddhartha%20-Hermann%20Hesse.pdf

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