Disculpas de mal pagador

Promover el voto nulo en tiempos de crispación es tomar partido por la crispación. Y no es de recibo. En tiempos de penuria quien más tiene más aporta. A cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus posibilidades.

Me pasan un vídeo de un youtuber, Fabián, que denuncia la “falsa democracia” en la que vivimos. Está bien argumentada la denuncia con argumentos irrebatibles en la medida en que el análisis histórico es correcto. Pero, siendo una denuncia lícita, no le autoriza al autor a emplearla como propaganda de su postura.


El análisis es correcto y el derecho a disentir del autor también. Lo que no veo de recibo es que proponga una alternativa (el voto nulo) que no es tal alternativa. Es incendiario. Y en tiempos de confrontación polarizada lo que menos necesitamos son incendiarios. La pregunta sería ¿tiene el filósofo derecho a tomar partido? Por supuesto que como individuo sí, pero si ejerce de filósofo ¿no está haciendo de juez? Y a los jueces no se les permite ser parte.

No puedes, ante la imposibilidad de encontrar una respuesta equilibrada, optar por incendiar el tablero de juego. Y no puedes porque si tú has llegado hasta ahí es porque el sistema te ha sustentado y permitido llegar. Te toca devolver humildemente los beneficios recibidos aportando soluciones en positivo en vez de seguir llorando por no poder seguir creciendo.

Es la postura que adopta Trump y los pijos de Serrano (que yo entiendo germen de Vox). Cuando han llegado a la cumbre, quieren seguir creciendo a costa de parasitar al sistema todo en su beneficio: o me eliges o habrá un baño de sangre.

Y para eso me hago liberal, la libertad individual por encima de cualquier otro valor. Y como soy libre, si me haces elegir entre la mierda y la corrupción, elijo salirme de la partida.

Pero entonces pierdes el derecho a decidir. Vete de la partida si quieres, pero no reclames el voto. No es muy elegante.

Yo lo veo como un problema de ambición mal entendida. Claro que siempre queremos más porque somos entidades biológicas diseñadas para crecer indefinidamente. Pero ante la escasez de recursos, toca recular y pensar en las necesidades ajenas más que en las propias. Y adoptar una pose exigente porque “hago lo que me da la gana” en tiempos de penuria, no es de recibo.

Al final es una cuestión de honestidad. Y a mí este discurso de Fabián (le conozco otros más sensatos) no me lo parece.

O quizá al final es cuestión de egocentrismo, somos el ombligo del mundo y no nos descabalga ni dios.

A los viejos (mayores, si quieres en políticamente correcto) no nos está permitido dejarnos llevar por ataques de egolatría. Estamos obligados a devolver en positivo lo que buenamente seamos capaces de extractar de nuestra experiencia. Sin dejarnos llevar por cantos de sirena que nos ofrezcan glorias perdidas. Fenómenos como el de Tamames, Escohotado o Savater no son de recibo. Estamos obligados a asumir humildemente la falta que nos asola. Lo decía Voltaire:

los humanos tenemos un número determinado de dientes, cabellos e ideas que con los años vamos perdiendo paulatinamente hasta quedar reducidos al despojado modelo que la vejez presenta al público.

Lo demás es egotismo autocomplaciente que en tiempos de polarización interesada puede ser muy peligroso. Por lo pernicioso que resulta para el propio ego y por el mal ejemplo que ofrece a la juventud. Enfermedad por otro lado, la juventud, que es la única que el tiempo cura.


A mi dame gente sensata aunque no sea muy lista, que de listos ya tengo lleno el corral.

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